EL BATALLÓN
Tito Berni, gente de bien; Otegi, hombre de paz
El intento de deformación del discurso de Feijóo enlaza con ese fondo pueril del sanchismo y sus mariachis
Desde que le birlara el término a Podemos, anda el PSOE aparentando ser «el Gobierno de la gente». Al menos eso es lo que se lee en los atriles y a la espalda de quienes salen a hablar en nombre del socialismo, y por eso ... quizá le haya molestado tanto a la izquierda la expresión 'gente de bien' utilizada por Núñez Feijóo para apuntar la innegable condición de díptero testicular (vulgo, mosca cojonera) del sanchismo, que revolotea insistentemente sobre el libre albedrío de las personas, sobre su vida, su hacienda y, fundamentalmente, su libertad. Todo el mundo entiende que esa expresión se refiere al conjunto de personas honradas y de buenas intenciones, que en España son la gran mayoría, a las que ese moscardón jeringa la existencia en cuanto se pone a legislar o decretar. Gente de bien son, por ejemplo, las mujeres víctimas de agresiones sexuales que observan perplejas en su desconcierto cómo gracias al «Gobierno de la gente» ven acortado el castigo sus violadores, que evidentemente son 'gente de mal' o malvada que no merece el premio que se les ha regalado. «Efectos indeseados –aclara el personaje– y me quedo corto...». Faltaría más que fuesen deseados.
Todo el mundo entiende el concepto, repetimos, salvo Sánchez, el PSOE (o mejor aquel partido reformateado en un ente político al que, como diría Guerra, ya no conoce ni la madre que lo parió) y su entusiasta infantería mediática, que de inmediato ha sacado la fanfarria para seguirle en la estrategia y, muy obediente, se han lanzado a observar en Feijóo un regusto clasista, elitista y socialmente petulante y a sacarle, claro, a pasear los bárcenas y los dorados. Enlaza esta deformación con ese fondo pueril del sanchismo, casi de monologuista de progreso que intenta estirar el chicle motejando de facha a todo aquel que no degluta sin rechistar el cucharón de alpiste progre que se despacha a la gente, como aquellos que antaño venían cargados de lentejas sobrevolando en la mesa de la infancia a la voz de «quién se lo va a comer...». Si quieres lo tomas y si no lo dejas, pero si lo dejas, que sepas que eres un facha que no cabe en el nuevo universo social en el que, por ejemplo, Otegi es «un hombre de paz», elevado por Sánchez a las honras que se le suelen dispensar a un socio, sin tener en cuenta (pelillos a la mar) de que se ha dejado media vida predicando la violencia, en afanes terroristas, sin que hasta hoy haya rechazado ese tenebroso pasado en la banda que segó 853 vidas. 'Gente de bien' deben ser también, imaginamos, los golpistas indultados que amenazan incluso con volverlo a intentar una vez que se ha desarmado al Estado de parte de las herramientas penales que pueden evitarlo.
Solo nos queda escuchar al sanchismo que también es 'gente de bien' el Tito Berni, el diputado socialista acusado de cohecho, falsedad, blanqueo, tráfico de influencias y pertenencia a grupo criminal, que abrió ventanilla en el Congreso para –según la Policía y la Guardia Civil– recibir allí las astillas en metálico y luego celebrarlo con gestas venéreas en el Sombras, al grito de «baja ya, tío, que están tremendas». Sí, desde luego es tremendo.